Pages

jueves, diciembre 18, 2014

Le Dîner en Blanc o la noche en que Miami se vistió de blanco

Lo único que sabes es que esa noche te tienes que vestir de blanco, de pies a cabeza. Y que no importa que llueva, truene o relampaguee, vas a cenar al fresco en un sitio público que ni tu ni nadie (salvo los organizadores) sabe dónde es.

El otro “detalle” es que debes llevar tu mesa, tu silla, tu mantel, tu comida, tus flores y hasta tus velas y candelabros. 
Cuan bien puesta esté tu mesa y lo que allí se sirva depende solamente de ti. Lo que hayas pagado por el ticket (entre $35 y $89, dependiendo de cuán pronto lo hayas comprado), sólo te da derecho a ser parte de una multitud feliz, que sin saber a dónde va, está dispuesta a celebrar...
El día antes de la misteriosa velada, los organizadores te dirán dónde será el punto de encuentro. 
Tanto secreto solo hace que desees, aun más, ser parte de esta soirée… Ni siquiera cuando te lleven al lugar te dirán a dónde vas….
Una vez develado el misterio, te servirán el vino y la champaña que compraste junto con los tickets. Esa es la única pista hasta ahora: se trata de una cena al aire libre patrocinada por  dos marcas Premium: Moët & Chandon y Apothic Wines. 
De allí la importancia del decoro, la elegancia y la etiqueta en este, el más chic de los picnics que te puedas imaginar.
Le Dîner en Blanc convocó a más de mil personas en Miami, todas amantes del misterio y de los placeres de la vida, quienes nos dejamos seducir, inmaculadamente vestidos, por el llamado de esta primera cena de blanco en Miami Beach.
En los 26 años desde que tuvo lugar en París la primera Dîner en Blanc, la nuestra, la de Miami, fue la número 50. 
La última que se hizo en París este mismo año, convocó a más de 15 mil comensales quienes se acomodaron en seis emblemáticos puentes de la ciudad de la luz.
Pero además ha habido ediciones en las afueras del Louvre, en la Place Vendôme, en las esplanadas de Notre Dame y de Los Inválidos, en la periferia de L’Etoile y en los jardines del Palacio de Versailles.  
En Nueva York, las cenas de blanco han convocado a 10 mil personas en veladas inolvidables en Bryant Park y en Battery Park. Y las listas de espera sobrepasan los 30 mil.
El éxito de la primera edición de Miami hace presagiar que vendrán muchas más: ya hay gente registrándose en una lista de espera para la potencial edición 2015. Ni siquiera el frío de esa noche interfirió con el deseo de disfrutar.
Rumbo al Miami Beach Convention Center, que era nuestro punto de encuentro, nos hicimos de suéteres y de una frazada blanca. Al llegar, poco antes de las 6 de la tarde, nos dijeron que iríamos caminando al lugar secreto que resultó ser el Soundscape Park del New World’s Center, a una cuadra de Lincoln Road y a tres del Delano Hotel en Collins Avenue.
Fuimos llegando en pequeños grupos y los organizadores nos fueron diciendo exactamente qué hacer. Así no hubo multitud desordenada, ni apuros, ni nada. Cada quien abrió sus mesas y puso sus sillas. 
Fueron apareciendo manteles y cada pareja o grupo organizó su mesa como mejor le pareció.
De pronto, hubo flores y centros de mesa, se encendieron las velas y en la más perfecta armonía nos sentamos a disfrutar lo que cada quien había llevado, mientras fluían la champaña (una edición etiquetada en blanco de Möet) y el Apothic rojo (un coupage de Zinfandel, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon y la única nota de color permitida esa noche inmaculada).
Aquello parecía, más bien, una producción de Franco Zefirelli. 
Y mientras comíamos comenzó a sonar la música en vivo y puedo decir que todos fuimos felices. 
Al término de la cena, hubo espacio para bailar, hacer la conga y disfrutar de una velada maravillosa en la que todo salió como si de la puesta en escena de una superproducción, ensayada mil veces, se tratara.
Poco antes de las 11 de la noche, los organizadores nos informaron que la noche de blanco había terminado y nos pidieron que dejáramos todo como lo encontramos. 
Y así fue. Con la misma felicidad con la que llegamos, el Soundscape Park fue tranquilamente evacuado.
No recuerdo haber visto antes una multitud tan ordenada y feliz. Y por lo mismo le auguro a Miami muchas Dîner en Blanc en su futuro. Creo que Le Dîner en Blanc  llegó para quedarse.
Fui invitada por Apothic Wines a asistir a esta fiesta. No recibí compensación económica alguna por escribir este post, el cual es una versión del que originalmente escribí para Miami Diario. Algunas de las fotos fueron provistas por Apothic Wines. Todas las opiniones aquí expresadas son mías.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario