Además de la calidad y frescura de las frutas y vegetales, para mí todo este asunto de tener una huerta ha sido un gran aprendizaje acerca de la espera y el arte de la paciencia.
Soy del tipo que le pide a Dios “dame paciencia Señor, pero eso sí, dámela ya”. Así que me estoy entrenando en el arte de esperar...
Vean por ejemplo estas ciruelas. El ciruelo fue plantado hace cuatro años. Este año, por tercera vez, nos dio ciruelas. Sólo que compartimos nuestra cosecha... con los pajaritos…
O estos pimentones italianos: apenas dos, después de tres meses de sol constante, abundante riego y todos los cuidados… O estas cebollas… las últimas del lote que sembramos ya no recuerdo cuando…
Como diría Sinatra, este fue un muy buen año. Y ahora estamos planeando lo que queremos sembrar en nuestra huerta de invierno.
¡Feliz día del trabajo!
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