Doloresbut you can call me Lolita. Desde que me mudé a
Miami me encantó la idea de un restaurante con un nombre tan divertido. Es como
que me llamo Enriqueta, pero me puedes llamar Enri. Así de coloquial. Con
confianza. Porque creo que sentarse a la mesa, a comer, tiene que ser una
experiencia además de agradable, divertida, pero sobre todo con la que te
sientas cómodo, en confianza.
Y en Dolores, o Lolita, como prefieras
llamarlo, no sólo es divertido el nombre. El personal de sala, un batallón de
cubanos, al que se han incorporado venezolanos, y uno que otro español, es más que atento, jovial y por
qué no decirlo: divertido también.
Y divertidos son sus diferentes
ambientes: la terraza que da a la calle, el comedor, más formal, pero
igualmente “relajado” en el segundo piso, o la terraza, también en el segundo
piso, con palmeras y la vista de los rascacielos de Brickell, que de día es una
maravilla, y de noche es uno de los sitios más hot de la zona.
La comida siempre es abundante y sabrosa
en Dolores-Lolita. A veces me parece que demasiado abundante. Pero nunca he
visto a nadie quejarse por ello, así que no ha de ser un problema.
Hace poco fui de brunch. Por fortuna fui con hambre. Siempre
hay que ir con hambre a Dolores-Lolita. Aunque confieso que después de una
sangría y un gazpacho, perfecto para el clima de Miami, y de saborear una vez
más sus irresistibles croquetas de jamón serrano, cocidas como siempre a la
perfección, me provocaba más bien un cortadito y salir a caminar por Brickell y
sus alrededores.
Pero no podía perderme los waffles
servidos con tocineta ahumada y pollo empanizado. Como el plato era tan grande,
lo compartimos, para así poder probar los huevos rotos con chorizo ibérico y
las mini hamburguesas de kobe.
Algo
que no hay que dejar de comer son las patatas bravas. Son algo así como el
orgullo de la casa y con razón: tienen ese toque que le da el pimiento rojo
molido, tan español, que va bien con todo.
Como comimos al fresco, en la terraza de
la entrada (aunque mi favorita es la terraza del segundo piso), no nos quedó “más
remedio” que refrescarnos con unas mimosas, heladas, deliciosas.
Creo que uno de los secretos de
Dolores-Lolita es haber adaptado platos típicos de la gastronomía española al
paladar y gusto estadounidense. Especialmente aquí en Miami, esa combinación es
perfecta. Estoy convencida de que en el Sur de Florida amamos la cocina
española no sólo porque es divina, sino porque la población de origen cubano ha
estado y sigue estando históricamente vinculada a España y a sus sabores.
Otro de los secretos del éxito de este
restaurante que se la pasa lleno a toda hora, es la simplicidad de su menú:
siempre tienen croquetas, gazpacho, huevos rotos, ahora tienen estos waffles
con tocino y pollo, y huevos revueltos servidos además de con patatas bravas,
con bistec. No se complican. Sirven lo que a la gente le gusta y punto.
Además son tan cool como su gazpacho: si lo pides, hasta te dan la receta. No la
comparto aquí porque no tomé la foto: y cuando me di cuenta, del gazpacho ya no
quedaba nada. Otra vez será.
Dolores but you can call me Lolita
1000 South Miami Avenue
Miami, FL 33130
+ 1 (305) 403-3103
Fui invitada por Dolores but you can call me Lolita a probar su menú para el brunch. No recibí compensación económica alguna por escribir este post. Todas las opiniones aquí expresadas son mías.
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